El valor del día se alza sobre la cordillera,
Eras tú la que me despertaba y hacías de mis sueños bóvedas celeste,
Hermosas, idílicas pero reales,
Hasta el punto de ser feliz en la continuidad normal.
En un transcurso nos convertimos en pequeños,
Toda nuestra altura se desnudó para ser espigas,
Tú frente a mí, yo frente a ti, los dos frente al medio.
Juntos por no saber decir y predecir.
Continuamos algo más inquietos, yo amplio, tú bella
Sin espacio ni contrapuntos ni violentas mariposas.
Acordamos eso, sin llorar y sin reír,
Solo cinismos para ocultar lo bien que ríen los recién nacidos.
¡Pídele a dios que no moleste más,
Nuestro baño esta ocupado
Y tal vez… solo tal vez
El vecino quiera convidarlo a pasar!