viernes, 30 de julio de 2010

L M D H


La mano del hombre se alarga
Queriendo volcar el triunfo
Para esparcir los olores victoriosos
Y salvar al mundo desahuciado.
La mano del hombre es torpe
Porque destruye todo a su paso
Soltando el polen envenenado de los edificios,
Fecundando las ciudades con nuevos habitantes.
La mano del hombre es ajena.
La
Mano
Del
Hombre.

Hombre y mano se distancian,
Se pelean
Se odian
Se matan.
Se aman profundamente sin convicción
Y se encierran a tocarse morbosamente.

Las otras extremidades lloran,
Se lamentan por las desgracias
De un porvenir sucio
Pero ni el mismo hombre les presta atención.

Ahora, cuando todo está desparramado
Y los precipicios se aferran con uñas para no caer
Creemos en la esperanza.

Esperanza: la adicción del hombre y su mano,
De todos los hombres con sus brazos, tronco y piernas.

Esperanza: ¡abran las puertas del infierno! Aquí está el gran pecado…

martes, 22 de junio de 2010

El Tren de la Histeria


Hoy se enarbola desde el centro de la pereza
Una puerta semi abierta y manchada con tintas de bestias sangrientas
Que instruyen a la ciudadanía desgarrada
La educación devastadora de los ciclos verdes;
¿podré entonces llorar de nuevo?.

El presente es el germen vivo de la acción
Que asesina a los capítulos finales de la historia,
Ellos aclaman la esperanza vagabunda,
Ellos piden tesoros incontables para sobrevivir
“Ellos somos todos los ciegos y discapacitados de fraternidad”
Ellos, finalmente, no lloran.

¡hasta donde seguirán los trenes de la histeria!
Las expectativas corren junto a mi ventanilla
Y me sonríen para buscar fuerzas
Mientras todos, al otro lado del vidrio,
Les miramos sin decir ninguna palabra.

Un cataclismo llega para salvar a los ahogados del mar intruso,
Todos miramos desde la orilla sin decir ni hacer nada,
Para cuando están todos a salvo,
Los que mirábamos
Ahorcamos nuestras manos en las plazas publicas de nuestros hogares,
Ahí estarán nuestras extremidades hasta nuevo aviso
O hasta que el monarca de cada conciencia dicte lo contrario.

Una vieja canción rescata al ser perdido
¡al humano lejos de la humanidad!
“hubo una vez un hombre llamado hombre
que aborto la cabeza de otros hombres
y entre todos ellos no supieron como diferenciarse”
¡ahí murió! Ahí murió todo el cielo rebozante de estrellas
para convertirse en techo frágil de azotadores y azotados,
ahí murió la montaña ¡reina de lo terrenal!
Para convertirse en granos de minerales sedientos de dinero.

Nadie será liberado
Porque la señorita
Anda buscando amantes
Para pasar noches de olvido
¡la libertad camina embriagada por la ciudad del espanto!

Ahora la vieja canción,
La puerta semi abierta,
Y el bucólico cataclismo
Están desaparecidos... ¡ausentes!.

martes, 1 de junio de 2010

El caso de la Utopía


La historia está declamando en auténtica locura:

¡ay de todas las caravanas utópicas!

Pobres de ellas que caminan

Creyendo el ideal cuento

De su imposibilidad ilimitada.

Mas los patéticos hombres

Se pierden en su astucia moral

Avanzando por caminos bestiales

Arrancando todas las hojas finas.

Yo, podrido en las antesalas finas

Distingo a la violenta utopía;

No son distancias económicas

Ni dioses justos que habitan el cielo

¡no!

Es el amor ,el espejo roto del hombre

Que camina con los pasos encantados,

Convidando a desgarrar ¡nuevamente!

Su inocencia de prejuicios incontenibles.

¡el amor es la utopía más violenta, voraz y desconocida!

¿pero quienes son las utopías? ¿de donde nacen? y ¿porque les gusta vestirse de conciencia?... las preguntas fueron de nadie.

Sin tener otros asuntos

Caminaré hasta las cornisas azules

Que pueblan los nuevos sitios de nadie.

Estaré, sin duda, en el lugar de las sabanas limpias

En donde las utopías mas descarnadas

Serán la realidad al acecho:

¡ahí gritare sin dignidad!

Cuando sea el entonces, mirare sin bajar mis ojos,

Cuando sea el entonces, entenderé cuan limpio estamos,

Cuando sea el entonces, el amor llegará limpio del tiempo

Para renacer sobre las montañas de pieles

Grabando su nombre sin espías ni carteros.

El amor, las mas horrenda utopía,

No imposibilita a nadie;

¡la destrucción de las utopías

son la rémora del tiburón!

domingo, 21 de febrero de 2010

EL GRITO



El mar limpio está enmudeciendo,
los pequeños islotes
¡archipielagos de ceniza y concreto ya no van a ser iconos de esta estupida version de las brujas!

pasarán de ser verso a ser canto
y de canto a grito ¡a grito!

¡un buen día el poema salió a la calle!
y se encontró innecesario,
muerto en la antesala de la vida,
repugnable entre cerebros y bastones,
se convirtió en canto.

¡un buen día el canto salió al espacio!
y se encontró lúgubre,
empatanado en su propio verbo.
Todos fuimos espectadores,
amantes de las vitrinas sucias pero de oro.

¡hoy, un mal día, el grito saldrá a la enmarañada casa de la araña!
y será enorme, tendrá cabída en los principios:
¡hasta destruirlos!
hasta volverse final desesperado
haciendonos mutar en espejos reales del alma.

¡El grito tendrá todas las tonalidades!
verdes de "bienestar" por la enferma libertad,
rojo por las viceras que debajo del brazo trae.
azul ¡oh azur! por la eternidad de su llanto.

El grito remecerá a las ballenas
y no serán más mamiferos,
sólo
mounstros alados que beberán vino
de sus propios pechos.

¡grito! porque la bulla no me deja oir,
porque todos vuelan muy cerca de mis oidos,
porque nadie va a derrotarme.

¡grito!n porque la desesperación
anilla mis anales de virtud,
porque empalidesco frente a la ausencia de palabras.

¡porque todo está tan perverso, que nadie lo ve!

¡grito! porque no sé de mesuras
ni de filtros de instantes con convicción,
porque el tiempo, aliento de ebrio olor,
no dudará en callarme cuando el juicio
pise mi pórtico.

¡grito! ¡porque no sé que mas hacer!
¡porque la dignidad no conoce dirección!
¡porque quiero darte un beso, sin hacer el amor!

lunes, 4 de enero de 2010



EXISTEN CIUDADES IMAGINARIAS, con hombres, mujeres y niños inexistentes; esas son las ciudades más bellas que he visitado. Ahí, cerca de la plaza principal, en un pasaje oculto y moribundo, donde los faroles son cabezas de humanos reales (no inventados) pasó algo erróneo, algo que encrespa el sentimiento pueril, sucio ¡el sentimiento innoble del amor!

Debajo del manto nocturno, falso, me enamoré. ¿Me enamoré en una ciudad inexistente?: ¡Amo la mentira entonces! la falsedad rota del ser, el cinismo que ovula cuentos y fantasías, amo lo aborrecible, el asqueroso mundo de los ríos mentales, los ojos desorbitados por imágenes traviesas y asesinas.

Ya más tranquilo, caminó hacia el edificio más alto de la ciudad, subo por las escaleras oxidadas a causa del semen de Dios y me lanzo en el octavo piso… y muero falsamente… que alegría… ¡que alegría!... morir como todos lo hacen en la rutina, pero yo, en una ciudad que no existe, seré auxiliado por gente falsa y tendré un mentiroso suicidio sin razón.

lunes, 12 de octubre de 2009

¡Que inevitable interpretación!


¡Que inevitable interpretación! Debe ser la normal acción de comportarse, la irreversible maquina de escribir que cuelga del monte más alto, la mafia que ordena cada fusilamiento en alguna esquina rota.

La historia que envuelve mis oídos es descrita por su propio autor y me removió algo más que el instante.

Cada tormentoso río oscuro rugía los nombres de cientos maullidos de perros, y todo así fue creciendo, andando por los caminos inexorables de la gratitud, con la imprenta tatuada en la frente, con la paz encubierta y llorona. ¡Por fin! Los gritos ya modulaban, cada frase era una entonación mayor, directa a los oídos de las mascaras perfiladas a color, y decían: “¡volverá la angustia a tus pies, y serán bellos en vez de ser humanos, serán hombres y mujeres con sus genitales rozando al mounstro de cristal, el mounstro caminará por las huellas hondas con olor a bencina! Todos será… todo será distinto, hasta la humana condición de vivir en el exilio permanente, permanente… ¡permanente como con nidos de agujas!”

El silencio masacró cada silencio, se suicidó y caminó mas lejos, derritiendo el vientre inmaduro del joven sentado detrás del escenario. Tristemente sus ojos se posaron en el imponente mentiroso de terno y corbata, tanto así que besó un tiempo la verdad camuflada, asiéndolo pretexto para cada infiltración y espectáculo. EL Danubio gris se puso de acuerdo para dejar de cantar sus canciones, ese es mi renombre y mi espíritu, ese es el llanto con sabor a ternura de mis anotaciones, aquí quiero finalizar, en la verdad con sabor a muerte, en la incrustación de todas las balas ¡todas las balas! ¡Con la incrustación de todas las balas en mi cuerpo!

Hoy llevaré todas las locuras a mi cama, las desnudaré rozando suavemente mis manos en sus pieles de jazmín, seremos serpientes calidas y suaves, asechándonos para excitarnos. Morderán todas ellas mi cuello y un hilo de sangre rodará hasta ser suelo ¡un gemido al unísono de las locuras y mi voz implorando ser carne!... ahí pereceré, nada más, el olor a vida debe terminar sin ser venerado, solo con el pezcueso ensangrentado y con miles de locuras dándose un festín con mis entrañas.

sábado, 26 de septiembre de 2009


UN ESLABÓN PERDIDO,
Extraviado en la tiza de la historia
Entre maniquíes y vendedores
De una maldad con caridad.

¡Memoria!

Todos te llevan entre la dignidad y los bajos intereses
Y tú, indefensa como correcta mujer:
Parece que ya nadie te besa,
Parece que a nadie te pareces,
Parece que tu apariencia a nadie le importa.

¡Tengo las bodegas azules
Más grandes que cualquier obviedad!

¡Tengo el estado de ánimo más correcto
Para correr!

¡Tengo el paso más correcto
Para ser un hombre correcto!

¡Tengo las esperanzas mas ensangrentadas
Para ser lo que soy!

Hasta cerrar los ojos y convertirme en héroe de toda caridad urbana,
Codearme con las bazofias de otros reinos,
Pelear con corsarios, mendigos y caimanes,
(¡he perdido la historia,
Se debe haber caído sobre mi conciencia!),
Seguiré viendo los colores con sus mismas vocales,
La belleza seguirá con una tunica blanca
Hasta que descienda del trono repugnante de dios:
Y volveré recién a ser hombre
A hablar de dignidad
A almorzar con la moral
Y a besar los piececitos pestilentes de Dios.